viernes, 20 de abril de 2018

EXCRITURA DE HÖLDERDLIN

En la rotonda de San Justo,
debajo del puente,
un alambre cubre las paredes:
nadie puede escribir.
Todos caminan apurados,
temerosos, lejanos, mudos;
muchos colectivos
y autos y autos y autos.
A veces algún perro,
su refugio contra el frío.
Solo yuyitos tristes,
baldosas sucias, silencio,
almas sin un sueño:
el olvido de los dioses.
Quizás ese pasaje,
ya nos anuncie el infierno
o todavía peor: la nada.
Yo trato de evitarlo,
aunque no hay escapatoria.
Lo sé, algo me lo dice:
por allí nunca pasa Hölderlin.



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