viernes, 7 de abril de 2017

EXCRITURA DE GUSTAVO FERREYRA

El Doberman está más que cansado de ser una celebridad,
ni siquiera puede pasear por el barrio.
Cualquier estúpido lo detiene para pedirle una foto,
acariciarle el lomo, mostrar su admiración.
El éxito de su programa de entretenimientos es total;
nadie supera el rating del último bloque:
sus feroces mordidas a los perdedores en El gran Juego.
Pero esta noche, fastidiado, rechazó el maquillaje,
a pesar de los insistente llamados, no salió de su camarín
hasta que escuchó la música de presentación.
Ahora el Doberman mira de frente a la cámara,
muestra el brillo de sus colmillos
y se coloca un bozal de extrema seguridad...
quizás se aburrió de expresar el deseo de los otros.
A los pocos minutos llega la perrera.
Ya es demasiado tarde, ni siquiera quedan sus huesos;
el público de caniches, decepcionado y furioso, lo devoró sin piedad.

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