lunes, 24 de abril de 2017

VERXIONES VIII

En el baúl de las excrituras se halló un manuscrito, con los bordes quemados, de El proceso. Si bien, de manera implícita, la tesis de Kafka en esta versión es similar a la de la novela ya famosa, su desarrollo y, en particular, la personalidad de su protagonista es justamente la opuesta, o casi: en esta intriga, K goza las constantes y arbitrarias humillaciones y adora la bondad brutal de las autoridades. Su aspiración es llegar a ser como ellos, y ¡triunfar! Cualquier desprecio -cuanto más absurdo, mejor- es una bendición para revitalizar su conciencia, al igual que la permanente literatura de autoayuda, es decir, las reglas flexibles e inapelables que rigen su comportamiento. En este sentido, cada capítulo muestra la desesperación del personaje por ser estrictamente controlado, vivir seguro, solo, sin riesgos, lejos de las sombras de los demás -todos enemigos- y en más una oportunidad, por ello, su sueño es el encierro total. Hasta su muerte -¿acaso un anhelado suicidio?- es sentida como la plenitud de la felicidad; al menos eso piensa y siente desde lo más profundo el desconcertado K que no puede parar de sonreír al imaginar cómo los gusanos desintegrarán su cuerpo y así logrará, al fin, desaparecer.

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