sábado, 29 de abril de 2017

VERXIONES XXIII

En el baúl de las excrituras se halló un manuscrito, luego publicado con leves variaciones, de Si esto es un hombre. Durante largos años, antes de redactar y concluir su obra, el silencio de Primo Levi solo encontró consuelo en unas pocas frases que acaban de descubrirse entre sus papeles aun desesperados. En este caso, no existen dudas sobre su datación: 1945. Resulta más que probable que hayan sido redactadas -se trata de un pedacito de papel roto y sucio- apenas fue liberado de Auschwitz. Cualquier comentario sería redundante e inoportuno; en estas líneas -epígrafe del libro- Levi anticipa y sintetiza a su obra, siempre fundamental para la humanidad: "Los que vivís seguros en vuestras casas caldeadas. Los que encontráis, al volver por la tarde, la comida caliente y los rostros amigos: considerar si es un hombre quien trabaja en el campo, quien no conoce la paz, quien lucha por la mitad de un panecillo, quien muere por un sí o un no; considerad si es una mujer quien no tiene cabellos ni nombre, ni fuerzas para recordarlo, vacía la mirada y frío el regazo como una rana invernal. Pensad que esto ha sucedido; os encomiendo estas palabras. Grabadlas en vuestros corazones al estar en casa, al ir por la calle, al acostaros, al levantaros. Repetídselas a vuestros hijos. O que vuestra casa se derrumbe, la enfermedad os imposibilite, vuestros descendientes os vuelvan el rostro". Quizás solo nos resta agregar apenas una palabra o una lágrima: amén.

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