miércoles, 26 de abril de 2017

VERXIONES XII

En el baúl de las excrituras se halló un manuscrito, prohibido durante siglos, titulado Oda a Elena. Los especialistas no tienen dudas, se trata de una singular continuidad de la Oda a Afrodita y su autora es Safo. El poema es otra versión de la famosa guerra de Troya -¿ocurrió?- que subvierte a la épica de Homero: en lugar de Aquiles, la principal protagonista es Elena que inútilmente intenta evitar el derramamiento de sangre entre los pueblos. Curiosamente, el personaje no se distingue por ser el arquetipo de la belleza, sino, paradójicamente, por su aparente fealdad y la ausencia de femenidad. Elena no acepta los mandatos masculinos ni las reglas familiares: vive sola, cultiva su tierra y disfruta de la naturaleza y las artes. Su indeclinable vocación por la paz origina el odio de los guerreros, y precipita el conflicto y su destino. Nadie la protege, ni siquiera los dioses -ellos también desaprueban su comportamiento humano. Perseguida por griegos y troyanos -apedreada, desarrapada y sucia- logra huir a la isla de Lesbos y muere, feliz, purificada por las copiosas lágrimas de Safo. Dramáticamente, el final del poema narra -a pesar de las súplicas- la profanación lujuriosa del cadáver y, a propósito de las disputas que origina la perversidad entre los guerreros, la declaración de la guerra.

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