EXCRITURA DE FRANCISCO MADARIAGA
La patria todavía canta, salvaje,
en los relinchos vivos de la memoria
Veloz, el andar es un salto
con el caballo de las mañanas.
Desesperado por el viento,
solo le importa el mar... y sueña.
Ebrio de odio y de amor,
la oleada del destino en la sangre.
Ya burló la tranquera del infierno,
el final del galope liberado es el poema.
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