lunes, 6 de marzo de 2017

EXCRITURA AUTOBIOGRÁFICA XI

Siempre ese delicado farolito de la de inglés,
tan gorila y tan oligarca,
el adorno exacto para la puerta de roble.
Ya era un costumbre de los sábados,
al volver de madrugada, sus alumnos
frente a su very beatifull chalet
y con unas piedras jugar a la puntería.
Recién cuando estallaba la luz,
tranquilos, podíamos continuar el regreso.
Pero una noche, no sé...
en esos años de oscuridad brutal
vi el parabrisas de un falcon,
ahí, impune, aun más brillante, una tentación.
Algo sabía el cascote de mi mano,
o sería esa rebeldía ingenua,
sentirme como el desesperado Silvio Astier.
Lástima, me faltó coraje o rabia;
pero pasó poco tiempo
y me sobraron las oportunidades
para tirarle piedras, como muchos, a las injusticias.


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