EXCRITURA AUTOBIOGRÁFICA VII
Ya desperté y me escapé de la mirada de mamá,
muy temprano, a la otra casa, arriba.
Interminable la escalera, no me alcanza
la mirada y cada uno de los escalones
tiembla, ansioso, en mis pies y mis manos.
Por suerte, ese descanso y la ventana al cielo,
desde ahí, lo sé, falta muy poquito.
Esta vez no me resbalé, ningún llanto,
así que nadie me puede retar.
Cuando abro la puerta, ella duerme;
siempre es más bella que todas las hadas.
Quisiera tocar sus ojos, y le sacudo un hombro:
tate madrina, insisto; y entonces sonríe,
mi gatito rubio, me dice...y todavía oigo su voz.
Me trepo a la cama, antes de jugar, respiro su aliento.
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