sábado, 3 de septiembre de 2016

UNA EXCRITURA CHINA

Hace tiempo abandonó al último abandono
y le cuesta vomitar.
Apenas come arroz (a veces)
o las alas crocantes de las cucarachas.
Por suerte todavía fuma,
aunque el humo le da miedito,
ay, esa lenta extinción de las formas.
No mira nunca la televisión,
prefiere la ventana
con las persianas bajas, ranuras.
Desde el otro lado
el viento le recuerda su nombre
y recupera a su cuerpo;
ahí, adentro de un afuera ajeno,
tan latido, tan tan y punto.
Pero solo es un consuelo efímero,
la nada de un contorno,
y entonces el abandono se abandona,
así que se desnuda, baila y ríe.
Al final, cansado, estira los brazos
hasta tocar el cielo raso.
Claro que olvidó su sombra
y detesta a la luz y los espejos de la luna.
Él sabe es que un chino,
el único real en todo el planeta
y nadie lo puede ver.
Cuando duerme lo cuida un dragón.

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