martes, 6 de septiembre de 2016

EXCRITURA DE EUCLIDES DE CUNHA

Él conocía las repuestas certeras de la ciencia
y marchó contra la rebelión de las bestias.

Durante los primeros avances, aun esos gritos
en nada perturbaban su evidente verdad.

Pero algo, a veces, inquietaba a sus notas:
sin dudas los canudos casi parecían hombres.

No era solo la aridez de ese terrible paisaje,
sino ese canto sin razón, indeterminado: pura fe.

Y al contemplar tantas estrellas en la noche,
en ese silencio algo lo obligaba a dudar del sol.

En el desborde exacto del orden y el progreso
ya no supo, ni quiso saber quién era el, su vida.

Después de las cenizas de la gran victoria,,
Euclides, impotente, solo pudo escribir el horror.

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