domingo, 4 de septiembre de 2016

EXCRITURA DEL DOMINGO

Todos los domingos, siempre, le toca morir.
No importa esa plenitud del sol
ni la brisa, tan suavecita, de la mañana.
A pesar de la espuma del mate
lo sabe, y no hay ningún remedio.
Inútil cualquier pretexto o resistencia,
su corazón late apenas por piedad.
Solo un par de horas de distracción,
preparar una pastas sin ganas,
el vano intento de una siesta...
Apenas ayuda la suerte si gana Boca.
Pero hasta olvida esa distracción,
salió a caminar sin ningún destino.
Habrá que aguantar, si es posible,
y, por las dudas, no mirarse en el espejo.
Inútil hacer cualquier llamado,
el intento de imaginar la cena.
Será que hace tiempo que está escrito:
¿no es el día que La Creación descansa?
No se ve nada desde la ventana,
las luces, lejanas, no son su realidad.
Así de simple: el domingo ya está muerto.
antes de que llegue su atardecer,
el miedo de no esperar más a la luna.
Claro que el lunes resucita, y todavía es peor.

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