EXCRITURA DE MALDOROR
En la última piel de la más pura inocencia
la siempre fresca tentación de la sangre.
El escorpión ya clavó sus colmillos,
y la herida, y sus gusanos, alivian el alma.
¿Por qué las golondrinas dan tantas vueltas,
sin entrar, espantadas, en ninguna casa?
Así todos guardan un pesado silencio,
y adoran la matemática de la brutalidad.
Solo se puede huir, no detenerse nunca,
aunque nadie escapa a la maldición de Dios.
¿Por qué hurgar la vagina de esa niña,
desventurada, hasta oír la carcajada del viento?
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