EXCRITURA DEL MURO Y EL IDIOTA
Eso no es un muro. Así lo entiende la cabezota del idiota, y vuelve -una y otra- vez a golpear. Aunque ladre su perro, él insiste sin dudar y sangra; porque la realidad a veces es real.
Claro que los ladrillos tampoco entienden y quisieran...pero ¿acaso alguien puede culparlos?
Vaya uno a saber qué piensa el enorme pino, sus ramas que nunca paran de crecer, sin dirección.
Pero antes de caer, vencido y feliz, el idiota ya pasó al otro lado; y entonces se limpia la baba y los mocos: no hay muro, ya aprendió que la idiotez libera al dolor.
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