LA EXCRITURA DEL IDIOTA
Ante tanto ruido y griterío sin sentido
el idiota ya se quedó sordo;
cuando cierra los ojos, bien apretados,
una palabra besa los renglones de su frente.
Por suerte solo dura un instante,
así que la disfruta y la olvida para siempre;
todavía puede imaginar otro mundo
al mirar sus mocos en la ventana.
A veces prefiere oír el silencio,
o la tristeza de un verso abandonado,
un bollito de papel en la basura
que poco a poco será parte de la tierra.
También, durante largas horas,
contempla el pino de cielo en el jardín,
él solo con sus babas y su perro
y trepa, lento, liviano, hasta abrazar una nube.
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