EXCRITURA DE LOS MOCOS
Sentado junto a la sombra del sol
el idiota se concentra en la verdad interior de sus mocos;
esas dos lágrimas que caen, lentas,
y buscan llegar hasta el borde de su boca.
No pretende sacar conclusiones.
Apenas cierra la luz a la puerta de sus ojos
y deja que ocurra lo que ocurre
en los orificios insólitos y ajenos del propio cuerpo.
Ya falta muy poco y tiembla
ante la suavidad inminente sobre los labios.
Pero su perro no comprende la experiencia, o sí,
por eso su lengua le limpia la nariz y feliz ya mueva la cola.
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