sábado, 14 de mayo de 2016

LA MASACRE LEXICAL

En  varios capítulos de "La palabra de los muertos", Eugenio Zaffaroni expone un análisis minucioso y profundo acerca de los genocidios o lo que él prefiere denominar masacres. Con una claridad sorprendente, muestra los diversos mecanismos que permiten la realización de las masacres sin descuidar ninguno de sus complejos aspectos: desde el protagonismo de los Estados hasta las reacciones de la sociedad.
Aunque se lo pueda intuir en el desarrollo del análisis de Zaffaroni, quizás sea conveniente incorporar explícitamente un concepto aparentemente lateral o irrelevante, pero probablemente central e ineludible, que planteó Karl Kraus a principios del siglo pasado: la masacre lexical. Es decir, la demolición de la lengua como posibilidad de comunicación y humanización.
Tanto en sus artículos periodísticos como en su monumental "Los últimos días de la humanidad", Kraus advierte las terribles consecuencias que genera la degradación de la palabra. ¿Si ya no somos capaces de decir nada -o decimos cualquier cosa-, no propiciamos la anulación de la vida misma? El ser humano se convierte así en un animal que solo produce ruidos -diálogos fáticos, sin sentido ni valor, verdad o mentira da igual-; y este fenómeno, para Kraus, es el principal origen de la Gran Guerra y su catástrofe.
De algún modo las ideas de Kraus sobre la masacre lexical se confirman en los campos de concentración con la figura del "musulmán", ese zombie que no se sabe si reza, hablar o emite simplemente ruidos. Fundamental, en este sentido, es el análisis de Giorgio Agamben en "Lo que queda de Auschwitz"; también en el pensamiento de Hanna Arendt y el uso de los lugares comunes por parte de Eichmann que sostienen el concepto de "la banalidad del mal".
Es cierto que, si se entiende literalmente, Kraus se equivocó o exageró al diagnosticar el fin de la humanidad; pero, al mismo tiempo, es imprescindible señalar que cada día -revolución comunicacional mediante- crece y se expande su visión apocalíptica, lo que George Steiner denomina la era de post-palabra. Ni hablar del efecto que producen los slogans de Duran Barba, que, por otra parte, forman parte de la lengua de los dominantes a nivel mundial desde hace décadas.
Salvo casos aislados - Horacio González es uno de ellos en nuestro país-, seguimos sin pensar luno de los aspectos que nos distinguen como especie, lo que nos permite pensar, lo que -en definitiva- nos habl y también impulsa nuestras acciones.
Karl Krauss, en determinado momento dejó de hablar -su conocido silencio elocuente-; acá Charly, hace rato que grita Say No More. Me pregunto, ante la situación actual: ¿tenemos algo para decir mientras miles y miles repiten las consignas asesinas del PRO, y las pocas que alcanzan a comprenderse de un asesino como Macri?

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