viernes, 9 de agosto de 2019

TIEMPOS


Nunca pude, ya ni lo intento, logré refutar una simple y contundente afirmación de Alan Watts: "No hay nada que sea mañana". Creo que me la había dicho una novia cuando era muy joven. Mirá que le di vueltas, recorrí páginas y páginas de distintos autores que especulaban sobre el tiempo, hasta hice un esfuerzo inútil y consulté a las observaciones científicas, durante años volvia, me atrapaba, esa condena tramposa...no hubo caso. La verdad creo que desde hace un largo tiempo logré olvidarme de mi obsesión o no me importó más; pero ayer, cuando pasé por la Perla de Once, y en lugar de recordar a Tanguito y la balsa, me acerque detuve a leer en una de sus paredes lo que Borges había escrito sobre Macedonio y la inexistencia de la muerte, o sea cualquier mañana, sentí un vértigo inmóvil, apenas unos segundos, y después seguí mi camino . En ese un instante, creeme, recordé la afirmación de Watts, su invulnerabilidad mediante la razón y, con rapidez, gracias a Macedonio, me salió una conclusión tan absurda como real, y por ahora -es decir, siempre, ¿no?- creo que también es irrefutable: "No hay nada que sea la muerte"

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