domingo, 4 de agosto de 2019

EL PARAÍSO DEL PROGRESO

Después de siglos, ya construyeron  gran la represa para el Valle de Lágrimas, un trabajo cientítico perfecto, la matería es indestructible. Apenas se supo, esa nocha todos salieron a festejar: bailaban y cantaban, embriagados por una incontenible felicidad. Yo espiaba desde la ventana; en verdad, quería sumarme pero sentía miedo, algo me angustiaba. Al día siguiente, a pesar de las dudas, me animé a salir a la calle, necesita yerba y cigarrillos; pero no encontraba ningún comercio abierto, nada, y en las calles, salvo a un gato flaco que se paseaba entre los restos que había dejado la fiesta -botellas, corpiños, pelucas, de todo-, tampoco había nadie, ni las más delgada sombra humana. El barrio parecía deshabitado, absolutamente vacío. No sé por qué me acerqué a una de las casas, cualquiera, atresé su jardín y coloqué mi oído junto a la puerta...de a poco, muy lejano, como si fuera de otro mundo, distinguí la desesperación incontenible de un llanto. Al regresar a casa, alrededor crecían gemidos, entonces y encendía la televisión para saber las noticias: solo comentaban las inversiones que se iban a realizar en la represa: edificios, centros comerciales, universidades, etc...Aunque hice un gran esfuerzo, no lo pudo evitar, al pensar en el valle vi que se convertiría en un desierto, ningún ser humano podría vivir en él y en el rincón más oscuro de mi pieza comencé a llorar, y lo más extraño es que ya no podía sentir el consuelo de las lágrimas.

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