domingo, 4 de agosto de 2019


KIERKEGAARD DE VACACIONES

Ayer, para caminar menos y ahorrar tiempo, intenté cruzar el shopping, cosa que habitualmente suelo hacer y casi ni me doy cuenta, mágicamente las puertas se abren y en cinco minutos vuelvo a la normalidad. Pero al ingresar -resultaba imposible no advertirlo- recordé que estábamos en las vacaciones de invierno, ¿vos que hubieras hecho? Como se dice, hice de tripas corazón y apuré mis pasos...Todavía me arrepiento, la aglomeración exultante de familias, adolescente y niños, entre empujones y pisoteos, me desesperó y afortunadamente pude escapar. Afuera, con cada latido se me mezclaba esa sensación con la angustia: no lograba borrar la inmediatez vertiginosa de tantos falsos yo y su felicidad consumista, aunque no pudieran comprar ni siquiera un pancho con mostaza.
Claro, me acordé del gran Danés, lo que acaba de presenciar era esa amenazante simpatía simpática, eso era el ejemplo perfecto: un montón de cuerpos y almas sin relación girando y girando, satistechos y encerrados en el mercado. Durante un instante pensé en correr, alejarme, encerrarme en mi casa y escuchar música y fumar. Después, algo más tranquilo, pasado el temor y el temblor volví caminando lentamente con una sola pregunta en todo mi cuerpo, ¿qué hubiera hecho Kierkegaard en mi situación? Por supuesto, no hallé ninguna respuesta y, solo pensé en un momento, acaso un consuelo: me imaginé que era Abrahan llevando a su sacrificio, decidido, sin vacilar, pero cuando levantaba su cuchillo nada lo detenía, ninguna señal, ningún signo, solo veía en la sangre que se derramaba una larga cola para comprar en Mac Donald. A vos qué te parece, ¿todavía existe la posibilidad de existir o el abismo se quedó sin Fe? Lamentablemente, yo que no sé si soy yo, creo que ya no puedo imaginar nada. Eso sí, voy a modificar el hábito de acortar camino y tiempo cruzando por el shopping, prefiero enfrentar a un buen abismo; total, si me caigo o no, carece de importancia. No sé que pasará por tu cabeza; pero ahora que lo pienso un poco, más tranquilo, advierto que no fue una sorpresa, inútil intentar elegirse a uno mismo, mucho mejor son las vidrieras, así que no sé por qué me desesperé ni me angustié, hace un rato largo que se terminó el tiempo de la reflexión.

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