miércoles, 14 de agosto de 2019


SHAKESPEARE Y SPINETTA

Es innecesario señalar que hay un montón de palabras, quizás demasiadas; basta pensar en esa repuesta famosa de Hamlet: "palabras, palabras, palabras". Y no es una referencia gratuita, más bien preocupante, que detrás del personaje está nada más y nada menos que Shakespeare. Justo él parece decirnos que las palabras son inservibles, apenas formas vacías, acaso una distracción ante el aburrimiento. En otra sintonía, aunque quizás se plantea el mismo problema, está Spinetta. ¿Te acordás de esa canción tan sencilla en la que pide una palabra, solo una palabra? Una sola, quiero subrayar. Para colmo, ese pedido o súplica surge después de enfrentar lo imposible: cruzar a nado la mar. Hace mucho que ese acto me conmueve, a veces creo que en ese enunciado se encierra o abre lo humano. Tampoco sé por qué pienso que estas intervenciones -la de Shakespeare y, especialmente, el complemente divergente de Spinetta- constituyen el misterio insoluble de una verdadera filosofía del lenguaje humano; siento que allí se contiene todo y que no puedo decir nada, que además así debe ser. Quizás la única solución, seguramente le gustaría a Benjamin, es que ante el fracaso algo sin nombre nos consuela, como dice la canción, una mínima presencia real - ¿pascaliana?-; sí, me refiero al suave junco en la orilla, al llegar. Ya sé, vos pensás que todo esto es un delirio; no lo niego, aunque alguna vez me gustaría escuchar, a pesar del miedo, a esa palabra. O por lo menos que alguien me tire una toalla para secarme de lo imposible y sentir la piel eterna del silencio..

No hay comentarios.:

Publicar un comentario