miércoles, 28 de agosto de 2019

EL MAL

No sé si te acordás, en el último capitulo, casi al final de Mimesis, al concluir el análisis de las novelas de la primera parte del siglo XX, Auerbach advierte como uno de los rasgos más salientes -fundamentalmente a partir de lo que se llamó "corriente" de la conciencia-, que se destaca la importancia de aspectos insignificantes, banales, detalles casi arbitrarios inexistentes en la literatura anterior. Demás está decir que estas reflexiones son bastante anteriores a la ya famosa tesis de Arendt acerca de la banalidad del mal. Lamentablemente, no son reconocidos aquellos pensadores que de ninguna manera coinciden con Arendt, que han colocado al mal como uno de los enigmas mayores del ser humano, quizás uno de principales protagonistas de los grandes libros de la humanidad, religiosos o no. Pero lo cierto, o me parece a mí, que la sospecha de Auerbach y la afirmación de Arendt parecen ajustarse con más facilidad a la vida moderna, sus reflexiones -bien o mal entendidas- se verifican en cualquier charla, en el cafe, en una plaza, en la mesa del domingo de las familias. No sé, no se me ocurre ninguna conclusión, ni siquiera una pregunta; lo que te puedo decir que, a veces, o muchas -basta encender la tele- siento eso que es el mal en todo mi cuerpo y más adentro y me aterra con su silenio. Entonces pienso, ¿qué harán los demás?, porque para esto no sirven las tarjetas de crédito...¿o sí?; al menos yo solo puedo mirarlo desde un rincón y ver como, poco a poco, me roba hasta la más pequeña esperanza.

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