EXCRITURA DEL SPLEEN NEOLIBERAL
Si Carlitos Baudelaire volviera a esta vida,
en París o en Nueva York
-en verdad, no importa-,
sería el dueño de una tienda para ricos.
Como forma de pago, rechazaría el dinero,
solo aceptaría cadáveres;
aunque podría hacer alguna excepción:
la lenta agonía de un refugiado.
Su único objetivo sería ser respetado,
un ciudadano modelo;
pero todo para disimular,
que nadie sepa que es un agente de la CIA.
Ya no saldría más a recorrer las calles,
tampoco escribiría sonetos;
a lo sumo vería un poco de tele
y encendería las alarmes ante cualquier sueño.
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