miércoles, 23 de agosto de 2017

76

RESURRECCIÓN

Ya no funcionan los barbitúricos
ni los doce pasos.
El cuerpo apenas anda
y su ventanita ciega:
el laurel está tan triste.
Alrededor el mismo desierto,
las paredes.
Puede ser el día
o la noche;
nadie a quién llamar,
solo odia ese espejo.
Esos papeles a la basura,
apagar la luz.
No lo entiende, ya cae de rodillas.

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