jueves, 17 de agosto de 2017

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VIDA AMBULANTE

Al llegar a Puente 12, entre los cuerpos, subió la voz;
y el colectivero arrancó, continuó su recorrido.
Algunos pares de medias, pocas palabras,
apenas se entendía las ventajas de la oferta.
Después, ya sentado, comenzó el verdadero relato,
sin sentido, ajeno, roto: su vida.
Yo solo quería, inútil, ver las medias,
esos colores limpios entre los manos sucias.
Creo que no era posible mirar alrededor,
las ventanillas humillaban a toda la humanidad.
Pero él sabía que le hablaba a nadie:
si algo de eso era real, no podía viajar en ese colectivo.

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