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EXCRITURA DE UN EPICÚREO
Todos repetían lo mismo: no quiere trabajar, es un vago:
dormía casi siempre en la parada del 49.,
algunas lonas rotas, muchos diarios,
y solía andar sucio, bastante sucio y con olor a vino.
¿Es soportable esta arbitraria condición mortal,
sin, al menos, algunas, sin motivo,
apenas -¿no?, triviales y trabajosas rutinas:
mate amargo, viento en la cara o la tonta luna?
Claro que cualquier respuesta era y es y será absurda:
quien puede responder algo,
a la lengua de la vida nadie la entiende,
complicada, imposible de aprender en el colegio.
Pero, casi seguro, en esas andaba el pellejo de Don Rojas,
el linyera del barrio;
como el último inevitable sufrimiento,
al estirar las patas por los siglos de los siglos, y amén.
A veces se lo extraña, dan ganas de...nada;
y si es insoportable caminar esas tres o cuatro cuadras,
mirar esas paredes ausentes,
durante un instante recordar que hasta respirar es vanidad.
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