sábado, 8 de julio de 2017

4

Somos culpables al sentir esa grieta en el techo.
Vivimos con una mano en la garganta
que inventan las palabras de las heridas,
plegarias ebrias de la nada, un grito
para pulverizar el consuelo de los ángeles.
Aunque yo le arroje mi corazón,
la mueca nunca se cierra
y cada noche crece en la memoria:
¿Acaso nuestros sueños podrán borrar
la forma que nos encierra en la fantástica carne?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario