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Ya revientan las castañas saturadas de muerte.
No hay consuelo en la tierra.
Aquel calvario sin sentido
y el hedor en las costillas.
Muchos para la poca memoria,
estiércol de las ilusiones.
Los trapos compañeros,
sus razones sin un corazón.
Así descubrimos a esta nada.
Madre, piensa en mi derrota hasta el alba final.
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