miércoles, 19 de julio de 2017

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LA IDIOTEZ DE LA LLUVIA

Todavía no puede entender a la lluvia.
Ni aunque deje de mirar por la ventana, salga al jardín, los brazos abiertos, para mojarse hasta los huesos; no, eso tampoco tiene ningún sentido.
A su perro le sucede lo mismo, por eso se protege tan triste bajo el alero. Para colmo, todo el cielo atraviesa el aire hasta inventar otra transparencia.
En la mañana del gris no hay escapatoria, el miedito tirita por las muecas sin el amparo de la sombra. O al revés, si tiempo se anula al golpear las nubes.
El idiota acepta su fracaso y olvida el único consuelo de sus babas, y cada uno de sus pies andan lo vencido sobre las huellas ajenas en el barro.
Por suerte ya son las últimas gotas, pesadas, como los mocos de Dios. Pero lejos, al levantar su cabezota, aparece la señal de un secreto...Así que vuelve a sonreír.
Todo es sencillo ante la luz del arco iris.

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