viernes, 27 de septiembre de 2019



EXCRITURA DE LA ESPERA

Durante toda la tarde, sentado, junto a su perro,
a un costado del basural;
no soporta más el llanto de su hermanito,
tampoco a su madre.
A veces su cabeza se le pierde por el brillo
en la curva de las vías
y el miedo,
como si alguien lo vigilara,
igual que cuando iba a la escuela.
Siempre lo rodean moscas y pájaros,
y aunque las espante
el zumbido es un taladro agudo.
Por suerte después de pelearse con sus amigos,
ya nadie se anima a molestarlo,
por eso está tranquilo.
Así espera la llegada de los trenes,
en su mano una piedra,
pesada y filosa:
si estalla la ventanilla se pone de pie y grita feliz.


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