domingo, 17 de febrero de 2019

11

En realidad, ni la lengua ni el mundo,
juntos o separados
pueden conocer sus límites.
Apenas sé que respiro
en la mañana,
y escribo acá,
solo, en mi escritorio.
La ventana está abierta:
veo la inmensidad,
la brisa me lleva lejos, nada la detiene.

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