EXCRITURA DE PAUL ELUARD
En aquel viejo Castillo de los Pobres
la vida era otro color.
No existía el pasado;
cada instante, el universo.
El agua reflejaba las sombras,
el mal de los solitarios;
así que nadie usaba a las bañaderas,
todos sucios, solo cuerpos.
La ternura abría las ventanas:
resplandecía la miseria,
los sueños de tantas luchas,
el aburrimiento de las agonías.
Aún allí se encuentran los amantes,
culpables y locos,
y sus juramentos,
solo para defender a la libertad libre.
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