EXCRITURA DE SAER
Las ciudades disimulan el cielo y el sol,
los puertos de su orfandad,
esas llegadas perdidas sin la memoria.
En su interior el horizonte vacío,
la poca realidad del vértigo
y un pánico mudo: nadie y la multitud.
Los poetas le lloran bocinazos,
no pueden leer sus versos
y pisan caca de perro en las veredas.
Todos olvidaron el temor de sus calles,
sus almas entenadas, los cuerpos;
las ciudades solo pueden imaginar nubes.
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