domingo, 13 de enero de 2019

EXCRITURA SIN ROPAS

Hace más de una o dos largas horas
que salió de la cama,
pero aun no se viste,
solo se puso las zapatillas.
Para el dolor de cabeza
probó con unos vasos de cerveza
y una música suave,
claro que mejor sería una ducha.
Ahora mira al cenicero,
más de cinco puchos,
si al menos prendiera la luz...
pero ¿para qué?
Ya debe alimentar a su perro,
moverse unos metros,
abrir la puerta al frío;
inevitable, encontrará al cielo.
Él lo sabe, pero no,
y mientras se vuelve a rascar,
cree por el momento
que su vida es esa piel sucia y ajena.

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