martes, 8 de enero de 2019



EXCRITURA DE UN EXCLUIDO

Al desesperado que vivía en el cajero electrónico,
entre mantas sucias,
cartones y un par de botellas,
ya lo echaron de su refugio.
Ahora se acomodó afuera, en un rincón,
cerquita de la puerta;
no sé los motivos de su expulsión,
si es que puede existir alguno;
yo lo descubrí ayer,
mientras esperaba mi turno,
como antes, la presencia de sus despojos,
no alteró la rutina.
Al verlo, después de cierta incertidumbre, rabia,
me consolé pensando que era verano,
además tenía un techito
-las lluvias son impiadosas;
pero otra vez no vi su rostro, lo cubría un diario
y miraba hacia la pared.
Váyase uno a saber por qué,
durante un instante,
esa postura arbitraria,
casual, parecía un gesto de dignidad.
Ya cerca, a menos de un metro,
me perturbó que asomara uno de sus pies,
sin medias, muy sucio, mudo.
Después de terminar mi operación,
salí rápido, atontado, culpable;
creo que cuando llegue el invierno ... sí,
seguramente elegiré otro cajero, cualquiera, y lejos

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