jueves, 3 de enero de 2019

DIALÉCTICA DE LOS NEGROS

Lo lamento, pero a Susan Buck-Morss no se le escapó que en tu oración secular de las mañanas, cuando leías el diario de Archenholz se desplegaba -¿a dos columnas?- la extraña libertad en la historia. Ahí, acaso asombrado, descubriste que la sangre de los negros esclavos de Haití complicaba el espiral de tu Espíritu Absoluto, por supuesto, occidental. Después, para disimular, inventaste la dialéctica del Amo y el Esclavo; ese enfrentamiento a muerte que ya te había contado tu periódico favorito. Así que con la pasión de los otros y tu astucia tu cátedra dejaste perplejos a tus estudiantes. En síntesis, no pretende una negación de oculta negación; sé -me resigno- que durante siglos deslumbraste a demasiados con tu ingenio y originalidad, aunque es probable que ningún esclavo, ningún negro festejara la gloria de uno de sus amos, el que les robó con palabras la lucha de sus cuerpos.

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