EXCRITURA DE HUIDOBRO
Pronto, lo sabemos, llega el pozo de las lágrimas;
aunque levantes las manos mudas,
un toldito en la frente,
y cierres los ojos para no ver más allá.
Sabemos que el camino nunca es derecho,
los monos reclaman su venganza,
una emboscada de gritos
y ya no sirve comprar el mejor ataúd.
Hasta los dulces pájaros de los atardeceres;
apenas pueden con su esqueleto,
el lamento de sus plumas
y solo cantan para olvidarse de la muerte del cielo.
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