EXCRITURA DE F. S. FITZGERALD
No sabe cuándo empezó la inevitable demolición,
tan lenta,
casi invisible,
al fondo del adentro,
absoluta;
pero ya no es posible detener sus estallidos,
en los brazos,
las piernas inmóviles,
la cabeza,
toda su vida..
Apenas escucha el eco mudo de los últimos latidos.
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