sábado, 16 de noviembre de 2019


EXCRITURA DEL ENCIERRO


Todos los días son el mismo día,
los mates amargos,
el cenicero repleto de puchos
y el cuerpo en el sillón
que mira la ventana,
ciega, para disimular el miedo.
A su alrededor una lejanía,
el desierto del amor;
salvo la compañía de su perro
que se echa en la tristeza,
ese dolor vacío en los latidos.
Aun no toma la decisión,
apenas otro gesto inútil,
pero olvido a la ausencia,
las voces del remordimiento,
al sol y a la luna.
Mientras escribe estos versos,
sus zapatillas se lamentan;
el camino fue un error,
un tropiezo del destino,
el engaño de las metáforas.
Así que otra vez el mate,
y el paquete cigarrillos;
no importan ninguna palabra,
el deseo ya se quedó mudo:
todos los día son el mismo día.



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